El 25/11 se conmemoró un nuevo Día Internacional de Eliminación de la violencia contra la mujer y en este sentido la pandemia puso de relieve lo prioritario que resulta abordar este tema desde diversas perspectivas ya que la violencia de género se reproduce en múltiples ámbitos.
Según Naciones unidas incluso antes del brote de COVID-19, la violencia contra las mujeres y las niñas había alcanzado proporciones pandémicas. En el último año, 243 millones de mujeres y niñas han sufrido maltrato por parte de sus compañeros sentimentales en todo el mundo. Mientras tanto, menos del 40 por ciento de las mujeres que sufren violencia lo denuncian o solicitan ayuda.
Con la implementación de medidas de confinamiento por parte de los países para detener la propagación del coronavirus, la violencia contra las mujeres y niñas ha aumentado, especialmente la violencia en el ámbito privado, a partir de la cual las llamadas a las líneas de ayuda se han multiplicado por cinco.
Desde Naciones Unidas se lanzó la campaña ÚNETE de aquí al 2030 para poner fin a la violencia contra las mujeres, que impulsó 16 Días de activismo contra la violencia de género (del 25 de noviembre al 10 de diciembre de 2020) con el tema mundial “Pinta el mundo de naranja: ¡financiar, responder, prevenir, recopilar!”. Además la campaña Generación Igualdad de las Naciones Unidas amplifica el llamado a la acción mundial para subsanar las brechas de financiación, asegurar servicios esenciales para las sobrevivientes de violencia durante la crisis de la COVID-19, y concentrarse en la prevención y la recopilación de datos que puedan mejorar los servicios para salvar vidas de mujeres y niñas
Actualmente, aunque las voces de activistas y sobrevivientes han llegado a un punto en que no pueden ser silenciadas o ignoradas, el fin de la violencia contra las mujeres exigirá más inversión, más liderazgo y más medidas. No es algo que pueda quedar al margen; debe ser parte de la respuesta nacional de todos y cada uno de los países, especialmente durante la crisis actual de la COVID-19.
Durante los 16 Días de activismo, ONU Mujeres dió voz a sobrevivientes, activistas y entidades asociadas de las Naciones Unidas sobre el terreno para que expliquen la historia de lo que ocurrió tras el brote de COVID-19. Estas historias están accesibles en este link
Violencia y acoso laboral. El rol de las empresas en la prevención y erradicación
Son varios los obstáculos que encuentran las mujeres en el mundo laboral y están ligados a diferentes factores que afectan las aspiraciones profesionales y el crecimiento laboral: el reparto inequitativo de las responsabilidades de las tareas de cuidado familiares, la segregación laboral, las diversas discriminaciones en el acceso al mercado de trabajo, la desigualdad en las condiciones laborales que se observan en las brechas salariales entre los géneros y la violencia basada en género, en especial la violencia doméstica que repercute en todos los ámbitos de la vida de quien la padece, incluyendo el ámbito laboral, y específicamente la violencia en el ámbito laboral: el acoso, el mobbing y el hostigamiento. Así, lejos de encontrarse con espacios laborales igualitarios, las mujeres suelen arribar a espacios donde se reproducen relaciones de abuso de poder basadas en la supremacía masculina sobre la femenina que las expone a riesgos y situaciones de violencia de género.
¿Cómo impacta la ratificación del Convenio 190 de la OIT?
El 11/11/20, el Congreso de la Nación ratificó el Convenio 190 de la OIT sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, un instrumento de DD.HH. que brinda un marco para prevenir, abordar y eliminar la problemática y que define responsabilidades para las organizaciones empleadoras en asegurar espacios de trabajo libres de violencia y acoso, especialmente por razón de género.
De esta forma, Argentina se convirtió en el 3° país del mundo que lo incorpora a su legislación nacional, y hace que sus disposiciones sean de carácter obligatorio.
¿Cuáles son las novedades del Convenio que hay que tener en cuenta?
Promueve un enfoque integral e interseccional: reconoce que la problemática se sustenta en patrones culturales, y que afecta desproporcionadamente a las mujeres y a grupos en situación de vulnerabilidad.
Abarca a todas las personas trabajadoras, independientemente de su estado contractual o sector de actividad.
Considera que la violencia y el acoso puede manifestarse una sola vez o de manera repetida en el tiempo.
Aplica a situaciones en espacios vinculados o derivados de la relación laboral: desplazamientos, comunicaciones profesionales, actividades sociales o de formación, instalaciones sanitarias, lugares de descanso y comida.
Exige considerar y abordar situaciones que impliquen a terceros.
Enfatiza los efectos de la violencia doméstica en el mundo laboral y promueve que las empresas implementen medidas para mitigarla y acompañar a las víctimas.
Fuentes: unwomen.org, Informe Violencia de Gènero - Observatorio Nacional de Violencia contra la mujer, R.E.D de Empresas por la Diversidad- Universidad Di Tella
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